EL SENDERO DE DAFNE

Cecilia Paredes
Del 15 de septiembre al 28 de octubre de 2023

Cecilia Paredes es mejor conocida por las obras que ella denomina performance fotográficas, que son impresiones en color a gran escala realizadas a través de elaboradas puestas en escena y refiguraciones de su cuerpo. Se retrata envuelta y camuflada por tejidos suntuosamente estampados, material que funciona más como un ‘habitat’ que como como telón de fondo : un lugar de pensamiento y de puro ser.

Las representaciones fotográficas de Paredes son notables por el nivel de transformación que implican, no solo del cuerpo físico, sino también de la psique del artista. Ella actúa como creadora y como sujeto de estas imágenes, y nosotros, como espectadores, estamos llamados a presenciar momentos de profunda interioridad, un ajuste de cuentas con uno mismo. El tiempo se detiene en estas obras; Paredes interpreta la quietud como una forma de visualizar la contemplación en expresiones de un yo siempre cuestionando y en constante evolución.

Cecilia Paredes ha desarrollado un enfoque profundamente multidisciplinario, que se basa tanto en la performance, la pintura, la escultura y la literatura como en el medio fotográfico. Concienzudamente en su concepción y ejecución, las representaciones fotográficas son la culminación de un proceso exigente, que se niega a revelar la labor de su realización. Y a pesar de la sensación de intimidad que crea, este también es un proceso de colaboración que involucra la experiencia de un pintor, fotógrafo, diseñador de iluminación y costureras, cada uno aportando habilidades y arte para llevar a cabo una especie de proceso alquímico: la piel se convierte en lienzo, el cuerpo se convierte en escultura, y la mise en scène que se ensambla fusiona la visión del artista en un momento perfectamente cristalizado; un gesto poético evocador que da forma tangible al pensamiento y la memoria.

Estas presentaciones del yo están motivadas por la búsqueda de la trascendencia, la comunión con la naturaleza y hacia un yo más perfecto. Y sin embargo, como reconoce la propia artista, su creación va acompañada de un cuestionamiento implacable y de una búsqueda de respuestas que no llegan fácilmente. La biografía de Paredes y su historia de desplazamiento y adaptación a los diversos lugares que ha llamado hogar han influido profundamente en su visión artística. Nacida y criada en Perú, la política en Lima en la década de 1970 la obligó a salir del país. Ha vivido en México y Costa Rica, y desde hace muchos años en Estados Unidos. Paredes define su vida fuera del Perú como una forma de exilio, un alejamiento de la familia y la cultura. Y como la única actriz en estas puestas en escena, adopta formas cambiantes y parece no estar atada a las especificidades del tiempo y el lugar. Evocando cualidades como el aislamiento y la incertidumbre, refleja las dimensiones psicológicas invisibles del exilio.

La representación fotográfica de 2021 “El Vuelo Azul” por ejemplo, refleja las formas en que Paredes se basa en numerosas esferas, incluida su autobiografía, literatura, mitología y espiritualidad, para lidiar con las complejidades de su identidad y lugar en el mundo. Aquí, ella se para y se aleja del espectador como si se sometiera a una visión idealizada de la naturaleza, a un reino más perfecto. Paredes, rodeada y cubierta por un tejido adornado con la forma estilizada de una garza, aparece etérea, como acercándose a una forma de ingravidez. Esta ave posee una multitud de asociaciones entre culturas: ha representado la autodeterminación y la autosuficiencia, y también, por la quietud y la tranquilidad, los valores que Paredes encarna al sumirse en un segundo plano. Como señala el artista, la garza es un pájaro hermoso pero de mirada agresiva. En la tradición japonesa, la garza ahuyenta la plaga y regresa con pureza, convirtiéndola en un símbolo apto para nuestro tiempo. Aunque estas variadas alusiones no se hacen explícitas, están ahí, subrayando la forma en que manifiesta tanto el misterio como el significado de su obra.

Las garzas en “El Vuelo Azul” y los motivos botánicos y animales visibles en otras fotografías evocan la naturaleza en un instante, sin duda, pero para Paredes, apuntan a un estado más sublime y a su profunda conexión con la tierra y los animales. En términos más generales, el medio ambiente y su degradación es un tema que ha tejido a lo largo de gran parte de su trabajo en los medios artísticos. En un cuerpo anterior de imágenes en blanco y negro escenificadas, Paredes se transformó en un hombre pájaro mitológico que habitaba un entorno boscoso salvaje. También se ha retratado transformándose en un pulpo, adornado con brillantes plumas de loro, o en forma de armadillo. Con el tiempo, tales representaciones dieron paso a su foto-performance actual que transmiten una meditación más poética y psicológicamente cargada sobre la condición humana. Y a diferencia de las representaciones fotográficas anteriores en las que el cuerpo pintado de Paredes era más perceptible, en este trabajo reciente los intrincados patrones de la tela se extienden tan perfectamente de la tela a la piel que ella se vuelve casi invisible.

En otras obras, vemos a Paredes frente al espectador, su forma casi oculta por un follaje exuberante. Se lleva las manos a la cara, revelando solo sus ojos oscuros que miran fijamente hacia afuera. En esta interpretación del cuerpo totalmente transformado, Paredes se transforma en algo de otro mundo; no un animal, sino un ser con capacidad (y necesidad) de camuflaje.

Al abrazar estas versiones idealizadas de la naturaleza, Paredes también insinúa nociones de paraíso. En la antigua Persia, el paraíso se visualizaba como un jardín o huerto amurallado1. Paredes habla del paraíso como lo inalcanzable y como un estado que busca visualizar en su trabajo. Sus representaciones fotográficas adquieren el carácter de una búsqueda continua y episódica, cada una de las cuales representa una sensación de plenitud o perfección que escapa a la humanidad, una que tal vez solo sea alcanzable en el arte, no en la vida. Y lo más conmovedor es que el uso que hace el artista de temas botánicos también se convierte en una forma de representar una forma de naturaleza muerta o vanitas.

La práctica de Paredes es solitaria por naturaleza; ella prosigue su trabajo en el estudio sola, sin asistentes de estudio o colaboradores, salvo los días ocasionales en que un equipo se reúne para ayudar en el trabajo o realización de una fotografía.

Para Cecilia Paredes, estos momentos liminales ofrecen posibilidades tanto de convergencia como de claridad. De hecho, ella visualiza gran parte de este trabajo, estas refiguraciones metafóricas del yo, durante las horas del crepúsculo, cuando el tiempo mismo juega su propio paso de transformación y renovación.

Elizabeth Ferrer, ensayista, critica y directora y fundadora de BRIC Brooklyn, New York

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