Realizadas en 2024, este conjunto de obras presentadas por la artista venezolana Isabella Despujols, radicada en Brasil, no se revela a simple vista. Si bien, de inmediato, el rigor técnico y el juego de colores bordados sobre la tela causan fascinación y asombro, una mirada más detenida evidencia el proceso calculado, arquitectónico y, sobre todo, sensible que emprende la artista. Ella crea, diseña, proyecta, traspone, borda y finaliza, cuidando minuciosamente cada parte del proceso.
Sus obras no priorizan la forma en detrimento del color, ni viceversa; todo tiene el mismo peso, al igual que la mirada de ella misma y de su público, quienes son actores activos en la incesante construcción del sentido de las obras. Es como si Isabella Despujols nos invitara a su larga meditación sobre las formas y las interacciones con los colores, casi como una aventura científica y perceptiva.
Todavía es visible su diálogo con lenguajes artísticos concretos, ópticos y cinéticos, fuerzas motrices en Venezuela, Brasil y otros países desde el siglo pasado que han servido como disparadores para la producción de Despujols. Estos lenguajes son movilizados y articulados por la artista, quien posee un enorme bagaje teórico y un dominio de técnicas que van desde el léxico geométrico y cinético hasta la práctica del bordado, equilibrando la forma y el color.
Las “pinturas” bordadas de Despujols conectan hilo tras hilo lugares, naciones, experiencias cotidianas, tiempos y saberes antiguos. Además, reitera que las vanguardias artísticas son recurrentes, repensadas y actualizadas al convocar en el presente nuestra sensibilidad y atención a través de hilos coloridos, formas cerradas y abiertas, y yuxtaposiciones inesperadas.