Está en la naturaleza de las imágenes el rechazo a la compacidad. Las imágenes parecen compactas siempre y cuando se remitan a otras imágenes y, entre ellas, enmascaren lo que entiendo como su cualidad fundamental: toda imagen contiene imágenes. Una observación atenta y fascinada revela que aquello adorado o repudiado está plagado de partes que, a su vez, contienen partes; yendo y viniendo nuestro mirar entre ellas, por fin, recalamos en el amor o el odio. Creo que nunca he dibujado o pintado nada que no responda a esta condición y esta exposición no va a ser una excepción.
Hago uso en mi labor de la imagen como una parcela de la realidad a la que hemos prestado especial atención en su delimitación y que tiene la peculiaridad de sostenerse en el ocurrir del mundo, adaptándose sin fatiga ni pudor a sus contingencias. Así, una imagen nunca significa exactamente lo mismo; sus discursos vienen de los tiempos y lugares en los que acaecen y achaco esto a su anatomía recursiva, en la que toda imagen se abisma en sí misma sin dar con la unidad última que las finiquite. Sin embargo, la imagen no nos ciega con caídas infinitas, sino más bien nos permiten ver y comprender nuestra realidad, gracias a que toda imagen se recoge y limita respecto a otra imagen, que viene a socorrerla para enjambrarse en lo humano y sus culturas.
Estos cuadros y dibujos que presento para la galería Llamazares atienden a la relación dentro de los mismos cuadros entre unas imágenes que hacen ecos y se extienden más allá de los límites del lienzo para reverberar en toda la exposición. El parangón, la comparación, es ley aquí y las diferencias e imposibilidades que se revelen serán las que nos nutran, pues nada es como se supone que debe ser sino más bien el diálogo entre sus representaciones. No olvidemos que toda exposición se podría pensar también como el diálogo entre un espectador y una obra, añadiendo que un espectador depende de su imagen, el Yo, y la obra es reconocible por la cultura (el enjambre de imágenes) que la acoge. No sé si su Yo es compacto, le aseguro que el mío para nada… pues figúrese mi obra. Dejemos que las imágenes trabajen.