Cuando el futuro nos alcance es el desafiante título que da nombre a esta nueva exposición de Avelino Sala en la Galería Gema Llamazares. El artista se interna por regiones y problemáticas actuales (el fracaso de la Ilustración, la actitud depredadora hacia los recursos limitados del planeta) augurando un futuro, acaso inevitable, donde las cosas se perfilan complejas y tristes.
Es un mensaje directo, sin ambages, que nos invita a reflexionar sobre aquel impulso incondicionado hacia delante de mejoramiento humano de antaño donde únicamente han quedado en uso las reliquias cansinas de culturas y valores olvidados; capas concéntricas de un sistema de prácticas simbólicas re decoradas y sepultadas bajo una imperturbable fé en un horizonte global de progreso constante en la era de un capitalismo avanzado.
Avelino Sala nos propone, para una de las salas del espacio, un recorrido a través de una ciudad “diseñada” por referencias clásicas fundamentales en la conformación de la iconografía occidental. Estas figuras tienen como pedestal a libros irreconocibles como metáfora de las formaciones históricas de los “discursos”.
Las formas del discurso y los juegos del saber endiosados por sus capacidades de expansión conlleva, en muchos casos, a un comportamiento insensible y despiadado que construye muros para “proteger” el gran legado occidental. También trae consigo unas relaciones de producción y consumo en las regiones del bienestar y en las zonas en vías de desarrollo del planeta que se fundan en una ciega super explotación de los recursos finitos y nos conducen a desastres medioambientales sin precedentes en la historia de la humanidad.
La exposición Cuando el futuro nos alcance es también una reflexión sobre la función del arte en los tiempos que corren. Sea cual fuere la respuesta de la humanidad ante tantos desafíos, la creación artística y el compromiso social ya no puede ser reducida a su significado dentro de la historia del arte y de la cultura.
La propuesta de Avelino Sala se orienta hacia una búsqueda para liberarse de determinadas formas de atención estética, proponiendo una visión y reconfigurando subjetividades que nos llegan desde un futuro devastado por las desigualdades que alcanzan un nivel alto de transacción y colisión. El trabajo de Avelino Sala posicionado en una crítica cultural y social, no solo para esta exposición sino en toda su trayectoria, se define por lograr, gracias a su producción artística, un mayor impacto en la toma de conciencia de principios humanos imprescindibles y susceptibles de ser cultivados desde y para nuestro presente.
Vivimos tiempos intensos. Estamos, lo sabemos, inmersos en un cambio de ciclo, las distopías del futuro, que a través de la ciencia ficción nos han atormentando, ya nos han alcanzado. Las pesadillas de un lugar devastado por el cambio climático, por la aparición de regímenes totalitarios populistas, por un ser humano descarnado, ultra liberal y despojado totalmente de lo colectivo ya está aquí. Los tiempos están, más que nunca, desquiciados. Los muros se levantan para “protegernos”, mantener a salvo a occidente es lo fundamental. El mediterráneo es un gran cementerio, México pagará su barrera, el negacionismo de la deforestación del Amazonas campa a sus anchas, vivimos demasiados años, Europa se desmorona……sobrevuela por encima de nuestras cabezas una bandada de buitres que no presagian nada bueno. Quizás sea el Ocaso de un ciclo de la civilización, el final de un tiempo: El tiempo de los hombres.
¿Acaso la democracia ultra liberal será el “fin de la historia” como afirma Fukusima? ¿será este el último estadio de la evolución de la humanidad y por tanto de las sociedades occidentales?
Aquí presentamos la ciudad como eje de este debate, un lugar inventado donde todo ocurre, donde todo se teatralizan todas las escenas, una ciudad, da igual cuál, como escenario donde los dramas y las alegrías, la vida y la muerte, el locus extraño, el espacio desencajado.
Hay ciudades blancas, ciudades hechas de edificios que a su vez están hechas de libros, de conocimiento sepultado, fosilizado, una imagen telúrica de capas y capas que se aplastan unas a otras, una imposibilidad de ver las cosas por nuestra propia incapacidad. Puede ser una ciudad global. Una ciudad de ciudades. El skyline de un mundo devastado que tiene sus propios dioses. Una cosmogonía extraña que conforma un escenario nuevo, la posibilidad de un mundo (inventado) que ofrece unas justificaciones de existencia que, simbólicamente, nos satisfacen.
Donde emergen las palabras en sus paredes, las palabras, los conceptos, las ideas pretéritas de otros asoman a sus espacios. Atisbamos mensajes conceptuales, en unos muros que se derriten, es el deshielo de los textos.
Nos encontramos a las puertas de un antropoceno aniquilador que no deja de ser el ángel de la muerte, un exterminador de otros mundos pero también de este. Y de pronto surgen las dudas, esas que planean sobre temas recurrentes…la necesidad del Arte, su función, la finitud de la vida, preguntas y preguntas que se acumulan…todo aquello que se agolpa en pensamientos y reflexiones que nos dejan petrificados, acaso solo podamos liberarnos si miramos a los ojos a la Gorgona, entonces no nos podrá alcanzar el futuro, seguiremos la huida hacia adelante en un tiempo que se prevé largo, porque el desierto sigue creciendo.