FIERAS

Estefanía Martín Saénz
Durante 2019
Como un número místico, o como un código secreto, el 10 del 10 del 2010 me encontré ante Sekhmet, “La más poderosa”, “La invencible”, la diosa egipcia con cara de leona que simbolizaba la fuerza, la que era considerada diosa de la guerra y también de la curación.
Como un rompimiento de gloria, la luz entraba de manera zenital en su templo de Karnak. El guía, nos leyó la oración que se utilizaba para invocarla, y de pronto, ante mí, surgió su poderosa magia. Cualquiera que haya estado allí sabe que no miento, la teatralidad y el poder de la sugestión que tan bien sabían producir los egipcios por medio de esas escenografías, luces, sombras y máscaras tan bien escogidas, hará reconocible ese instante en su persona. Estefanía Martín Sáenz, propone con Fieras, en la galería Gema Llamazares de Gijón; un empoderamiento individual (y colectivo) que está cargado de códigos, de escenografía, de teatralidad y, en el fondo, a pesar de la gran mentira que podrían interpretarse de los personajes de una obra, de absoluta verdad. A lo largo de la historia del arte, la figura de la mujer, siempre musa, siempre sumisa, siempre «adornada» de lo que el hombre (varón) quería o presuponía de ella, ha otorgado a las mujeres una máscara que nada tiene que ver con la verdadera mujer que hay tras esa representación. Han sido siglos de lectura errónea de cualquier escena, de cualquier papel que presuponemos en las representaciones plásticas que hoy, afortunadamente, podemos releer y reenfocar. Siempre que hablo de Sekhmet, termino inevitablemente hilvanándola con la figura central (y femenina) de La libertad guiando al pueblo de Delacroix. Marianne; como se la denomina en Francia, es un icono del Romanticismo, y de un auténtico cambio social y económico de la Europa del siglo XIX. La Revolución Francesa, la Revolución Industrial… en definitiva… la revolución! Una revolución que en estos días traducimos casi gráficamente a las reivindicaciones feministas de las femen. Mujeres que, con sus pechos al aire reivindican una «nueva ética». Estefanía recurre a lo contrario, a tapar, a enmascarar, a ocultar los rostros de las mujeres que representa en esta serie. Mujeres, todas ellas, distinguidas o reconocidas por alguna razón, no sólo por un rasgo físico sino por su quehacer, por su profesión, por su mente, por sus hechos. La máscara que Estefanía les otorga, femenina, delicada (por los materiales que utiliza) resultan, a su vez, terriblemente características, terriblemente intimidantes, terriblemente poderosas. Personajes que las mujeres representamos, hasta siendo nosotras mismas, en las diferentes facetas de la vida; madres, editoras, artistas, críticas, comisarias, diseñadoras, creadoras, hijas, nietas, parejas, hermanas… mil facetas que nos hacen cambiar de piel cada pocos instantes pero que nunca nos hacen perder nuestra esencia, esa esencia que Estefanía nos ayuda a concentrar como en un elixir… El procedimiento es el siguiente: la artista hace un breve cuestionario, igual para todas las mujeres representadas (rasgo que te identifica, palabra, color…); extrayendo así todo nuestro potencial, pero ojo, no con el que nos ven, sino con el que nosotras nos identificamos, nos representamos. Papeles con los que, probablemente, nos sentimos cómodas o con los que nos hemos visto obligadas a enfrentarnos a los condicionantes sociales de los que hoy, la artista, nos hace desprendernos. Podría parecer que Estefanía nos hace estar protegidas, con las máscaras, cuando en realidad nos ha hecho desnudarnos, bucear, enfrentarnos y entendernos con nuestros rasgos más característicos y confesar nuestras fortalezas y debilidades. Heroínas, al fin y al cabo, es lo que representa EMS con esta serie. Al igual que los superhéroes de ciencia ficción, somos nosotras, las mujeres, las heroínas, las fuertes, las poderosas, con presencia… y reales, las que probablemente en ocasiones invisibilizadas, tapadas, tamizadas, pudorosas por los logros, no nos habíamos visto así: enigmáticas, colectivas, pioneras, portadoras de esos códigos que nos hacen diosas, únicas… guerreras y, a la vez, dadoras y receptoras de los cambios más poderosos de nuestra existencia. Con Fieras, que podremos ver en la galería asturiana desde el 22 de noviembre hasta final de año; Estefanía Martín Sáenz hace un ejercicio de visibilidad y empoderamiento que, como viene siendo habitual en su trayectoria, tamizado con un lenguaje y estética refinada y elegante, resulta una cuidada y cruenta reflexión para el que, como ya reflexionaba Gibrán, el hombre se vuelva loco al desposeerse de toda máscara, arrancadas estas por los dioses pero sea en esa conversión a la locura, cuando realmente, encontremos la libertad.
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